martes, 26 de octubre de 2010

Mi nueva compañera


Desde que llegué estoy conviviendo con ella y todavía no le he dedicado ni una línea en el blog. Sabes que ella está ahí pero no le haces muchos caso hasta que llega el día en que por no hacerle mucho caso te golpea. 

Bien es cierto que los primeros días te molesta un poco, pero no es nada del otro mundo. Tal vez porque te absorben las novedades de la ciudad. Tal vez porque entré en la rutina/monotonía desde el primer día. Pero allí estaba ella. Latente y esperándome para golpearme, no muy fuerte, pero con la mano en alto. 

Con ella me han pasado cosas curiosas. Pero bueno dejémoslo claro, la altura no marca mi vida, pero está ahí latente. México DF está a una altura media de 2.200 metros mientras que Alicante es el punto 0 de medición de la altura en España. Un gran salto.

Al principio piensas que no te afecta, que eres distinto. Una roca. No es cierto, al final todos estamos hechos de carne y hueso. A ella la culpo de dormir mal los primeros días. Es la altura, no sólo es el jetlag. 

Con la primera ducha sucede algo parecido. No te das cuenta pero ahí esta. ¿Cómo? Con los botes de gel, champú... Abrí el primero y todo el gel salió disparado, pensé "que patán eres". Pero con el segundo pasó lo mismo. No podía ser yo (o sí que nos conocemos). Entonces lo atribuí a la altura. Como traía los envases cerrados con la presión de Alicante al igualarse las presiones se produjo el estropicio. Tal vez esta situación no sea cierta y tan sólo sea una ilusión que me he creado, si algún físico o alguien que controle del tema cree que me equivoco que por favor lo me lo diga. Mientras tanto me hace ilusión pensar que los botes estallan. 

Pero el día en el que me di cuenta de que realmente la altura afectaba (mi compañero de piso también) fue el viernes. Nos fuimos a jugar al baloncesto. A los 15 minutos no podíamos más. Tuvimos que bajar el ritmo. La verdad es que no pasó nada. Pero la sensación era la de faltar aire. Costaba respirar. Continuamos aun así jugando y poco a poco la sensación desapareció, aunque personalmente creo que fue porque bajamos el ritmo.

La siguiente imagen se la debo a Alejandra, Ivex, que la vio y la capturó. Un poco cambiado el nombre pero ya sabemos, es igual pero no es lo mismo


Reflexión final:
Sólo puedes decir gracias. Gracias cuando alguien te acoge con los brazos abiertos. Gracias cuando te incluye en su vida nada más conocerte. Gracias cuando se preocupa por ti. Gracias cuando aunque seas recién llegado eres uno más, incluso para sus amigos. Sólo queda decir una cosa más... gracias.

4 comentarios:

  1. Gracias a ti, por ser tan valiente y compartir estas líneas con el mundo. La semana pasada me paso lo mismo, fue como darme cuenta que realmente estamos aqui, viviendo esta experiencia, asi que aprovechemosla, aunque la altura a los de la terreta, nos maltrate ;)
    bss
    perchas

    ResponderEliminar
  2. tu lo has dicho, la altura nos machaca, pero lo aguantaremos. Un petonet y gracias

    ResponderEliminar
  3. Y todo lo que les resta por vivir,gracias altura por traerlos a esta increible tierra, esta maravilloso maravilloso este blog... quedo impresionada cada día... soy tu fan!!!

    Muack.
    Pam

    ResponderEliminar
  4. Yo también estoy alegre de estar aquí.

    Un petonet

    ResponderEliminar