martes, 19 de octubre de 2010

Una sonrisa

Todo empezó con una simple sonrisa 
Salimos de DF con destino a Oaxaca. Tres de los que viajaban con nosotros pierden el autobús por los monumentales atascos de la capital Mexicana. Para hacerse una idea, tardamos más de una hora en llegar a la estación de autobuses en un trayecto que, a la vuelta y de noche, tardamos menos de media hora. Continuando con el viaje, agarramos el autobus. Me acomodo en el asiento. Durante los primeros minutos del viaje no me di cuenta, allí estaba ella. Con sus preciosos ojos color café. Me mira...

Creo que ya comenté que la salida de DF es espectacular por el tráfico, pero en esta segunda ocasión lo que más me impresionó no fue eso, fue la cantidad de casas que hay para salir de la ciudad. Es impresionante, uno no se lo puede ni imaginar. La ciudad de México se junta con el estado de México y uno no sabe donde se encuentra la frontera. Es algo impresionante. Ya ha pasado más de una hora y se siguen viendo casas. ¡Que locura! ...La saludo. Me sonríe y sólo dice: hola...



Oaxaca
La ciudad en si es bonita, aunque no me pareció expectacular. Cierto es que en la ciudad no estuvimos mucho tiempo, supongo que me tocará repetir. Son todo casas bajas de colores. Construcciones coloniales, modernas...
Tengo que decir que de esta escapada lo que más me ha gustado ha sido las hierve el agua. Un lugar precioso. Si bien es cierto que lo que mas me ha impresionado ha sido la visita a un mercado en el que la mayoría de los comerciantes eran indígenas. Por respeto no realicé fotos a la gente. Pero es un lugar digno de ver. Con una variedad de colores muy llamativa.


Aun así lo que más me atrajo fueron los olores. Mi nariz no tenía capacidad para asimilar tantos olores. Especias, carnes cocinadas y crudas, frutas, tejidos... Un festival para un olfato, como el mío, que no quería descansar. 
Tengo que confesar que me corté a la hora de comer para evitar problemas estomacales pero mi aguante tiene un límite y en breve comenzaré a probar alimentos que sólo se encuentran en mercados. Alimentos tradicionales o no tanto. 

...Se llamaba Andrea. Tenía cuatro años. Estaba sentada junto a mi asiento con sus padres. Era muy guapa y lo más impresionante es que para la edad que tenía no se movió de su asiento ni protestó en más de siete horas de viaje. Algo impresionante. Se comportó como una santa. Además de eso habló conmigo, me contó lo que hacía en el colegio, jugó conmigo... Merece que le dedique el post por su preciosa sonrisa y saber estar.

Reflexión final:
Vuelvo a ser el de siempre. Después del martirio de máster, el descanso hasta la partida al destino y los días de adaptación vuelvo a ser el mismo. Los últimos días han sido bonitos a la par que durillos en algunos aspectos.
Si algo he aprendido en estos últimos días es que no se puede luchar contra la realidad. Las cosas suceden quieras o no. Por mucho que intentes cambiarla y mejorarla no puedes. Así que, como siempre, volveré a disfrutar cada momento de la vida como si fuese el último. Eso no quiere decir que derroche, ni haga estupideces, sólo disfrutare siendo como soy. Aun así no dejo de pensar en aquel día en el que no me atreví a decir nada
Y muchas gracias a todos. 

2 comentarios:

  1. biennn, aprovecha, siente, haz, huele y prueba!
    creo que este es un año que tenemos que tomar con los sentidos y el alma abierta! biennn que te lo tomes asi!
    yo ya he probado batidos y bocadillos en la medina...!! (y sigo bienn)

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  2. Gracias Lina, seguiré tus consejos al pie de la letra que va a ser la mejor opción.

    Un petonet

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